TikTok
Cuenta mi nieta Alejandra, que tiene trece años y como toda su generación entiende de eso, que el tuiteo ha entrado en decadencia y está siendo sustituido por TikTok. Parece un fenómeno mundial; incluso yo, tan alejado de modernidades digitales, conozco a un sacerdote argentino que en su labor apostólica utiliza el “tikoteo” (¿se dice así?) con gran éxito en las redes; ahora ni siquiera se leen los elementales tuiters, sino sólo figuras en movimiento durante cinco segundos. De este modo -y el cura bonaerense no tienen nada que ver con ello- regresamos a la Alta Edad Media, cuando sólo el monacato preservaba los restos de la civilización occidental.